SOLUCIÓN AL ABORTO
En
realidad, el aborto no es nunca solución, sino sólo el inicio de un drama
profundo que puede durar años y años en lo más íntimo de las conciencias.
Las
únicas “soluciones” que embellecen la vida humana son las que nacen del amor.
Un amor que siempre acoge, defiende, cuida, da lo mejor de uno mismo al más
débil, al más necesitado, al más frágil. Un amor que dice “sí” al hijo y a su
existencia maravillosa. Un amor que encuentra energías para decir “no” a
presiones miserables o a miedos profundos. Un amor que sabe asumir la propia
responsabilidad y hacer todo lo humanamente posible en favor de la creatura que
ha empezado a existir entre los hombres.
La
mejor alternativa al aborto está en una sociedad más madura y más buena. Una
sociedad que eduque a los adolescentes y a los jóvenes en la hermosa virtud de
la pureza. Una sociedad que nunca permita el desprecio hacia los enfermos o los
débiles. Una sociedad que sepa garantizar la igual dignidad del hombre y de la
mujer, del niño o del anciano, del no nacido y del que nace con graves defectos
físicos, del rico o del pobre.
Todos
podemos hacer mucho para ayudar a la mujer embarazada a no dar un paso hacia
ese aborto que produce tristezas tan profundas. Existen muchos medios para que
su corazón materno se ensanche y viva en plenitud ese deseo que no puede
ahogar: hacer el bien al más cercano, al más íntimo, al más inocente de entre
los humanos: ese hijo que crece en sus entrañas gracias a la vida y a la
esperanza de su madre.
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